jueves, 6 de noviembre de 2008

Los miedos infantiles


En esta entrada vamos a hacer un resumen de los terrores que llegan en cada etapa del crecimiento de niños y niñas.

Los miedos aparecen aproximadamente a partir de los 2 años. El primero que se presenta es el miedo a la oscuridad, equivalente al miedo a la soledad y difícilmente soportable por el niño. Es común a la mayoría de ellos y ellas y acostumra a durar hasta los 5 años o más.
Hacia los 3, tendrá miedo a ver animalitos en la cama o por el dormitorio: primero serán grandes y luego pequeños.


Sobre los 4 años, aparece un curioso miedo a dormir, es decir, buscarán mantenerse despiertos para no tener pesadillas.

En general, ocurre que los niños miedosos acostumbran a tener un fondo de inseguridad en sí mismos aunque a veces esos miedos obedecen al contagio de alguno que ya tiene algún adulto cercano.
Para conjurarlos, el niño recurre a una serie de artilugios. Por ejemplo, se lleva a la cama su juguete favorito. Son juguetes "ángeles de la guarda". Otras veces, se acuesta agarrado a un trozo de tela o almohadón impregnado del olor de un ser querido y así embriagado, se adormece plácidamente. Unos cuantos intentarán conjurar sus miedos practicando rituales de adormecimiento, movimientos estereotipados, monólogos o peculiares maniobras antes de meterse en la cama (colocar sus objetos en cierta posición, beber agua).
Lo más frecuente es que el niño miedoso insista para que papá o mamá se queden con él esperando hasta que se duerman.

Otro miedo importante es el miedo a la muerte, que suele presentarse sobre los 6 años, con severos insomnios y tumultuosos despertares en mitad de la noche.
El miedo a las sombras y a los ladrones debajo de la cama o en el armario, llega a los 7.
Por último, interesa reseñar aquí la aparición reciente de un nuevo miedo: el terror a que se separen los padres. Contagiados por las historias que circulan entre compañeros y los medios de comunicación, nuestros niños y niñas se enfrentan así cadad vez más a situaciones que les asustan.
En el siguiente vídeo se describen más detalladamente los miedos infantiles:



Cómo combatir los temores desde el aula
El miedo es como una visita inoportuna. Si es bien recibido se quedará, así que la clave está en hacer que el miedo esté incómodo, quitarle el poder. Para ello podemos seguir unas normas generales:
  • Explicar la sinrazón del miedo empleando la lógica.
  • No ridiculizar ni ignorar los temores del niño.
  • Acercarle poco a poco al objeto del temor, sin forzarle.
  • No amenazar con monstruos que castigan si son malos.
  • Hablar con los padres para que también se eviten desde casa.
  • Si los miedos persisten, consultar con el psicólogo del centro por si hiciera falta apoyo externo.

Algunas estrategias específicas pueden ser:

  • Miedo a las tormentas: Hazla divertida y comprensible. Jugad a contar truenos, a adivinar cuándo llegará el sonido, explícale que es algo que pasará y no es peligroso.
  • Miedo a los animales: reducir distancias lentamente, enseñarle fotos y vídeos. Contarles cuentos amables.
  • Miedo a los desconocidos: No hay que eliminarlo sino enfocarlo. Enseñarles recursos ante extraños sospechosos (no aceptar regalos, acudir a un policía...) transmitiendo seguridad y confianza.
  • Miedo a la separación: Los niños tienen conciencia del tiempo así que hay que enseñarles que la separación no es algo definitivo. Jugar al escondite es una buena manera.

A continuación os pongo unos enlaces para amplicar información sobre los miedos infantiles y cómo actuar para eliminarlos:

http://www.cyberpadres.com/serpadre/tupsicologo/miedos/home.htm

http://www.infoaceim.com/recetas/miedos.htm

http://www.bebesymas.com/2006/03/31-el-mundo-de-los-miedos-infantiles

http://www.educacioninfantil.com/displayarticle142.html



Libros recomendados:
  1. ARTOLA T. y UNELL BÁRBARA (2002): Situaciones cotidianas de 0 a 6 años. Ediciones Palabra
  2. CECILIA M. JAURE (2003): Las fobias: Todo lo que necesita saber. Ediciones Imaginador
  3. GARCÍA HERNÁNDEZ M.J. (1991): Fobias infantiles a la oscuridad y a los ruidos fuertes mediante la técnica de escenificaciones emotivas. Publicado por Universidad de Murcia, Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación

Fuente: Revista "Maestra. Clave para docentes de infantil y primaria"

miércoles, 5 de noviembre de 2008

¿Qué significa disciplina en la educación actual? (Segunda parte)


Antes, en el sistema familiar y educativo existía una extrema reigidez a la hora de educar y los niños obedecían en gran medida por una mezcla de miedo y respeto. Hoy, se ha dado un vuelco y se procede desde el extremo opuesto, generando indisciplina, desmotivación, escaso respeto... La enseñanza de hábitos y habilidades sociales no puede hacerse únicamente desde la tolerancia. Si en la edad infantil no se imponen límites y el niño hace lo que quiere, lo hará con más argumentos cuando sea mayor. El niño ya crecido tendrá choques y conflictos casi a diario y los padres segirán cediendo a las exigencias de los hijos para no llegar a males irreparables. A veces los padres toleran demasiado porque:

  • "Son cosas de niños, todos hemos sido niños". Por el hecho de ser niños no podemos permitirles todo.
  • Los padres, agobiados por el estrés diario necesitan relajarse. Los niños aprovechan para ver la TV, el vídeo, jugar con consolas u ordenadores demasiadas horas.
  • Se evitan conflictos y enfrentamientos. El niño no encuentra seguridad y no se siente ninguna responsabilidad sobre sus actos.
  • "Vivirán una infancia más feliz que la nuestra".

Educar al niño exige atención, constancia y esfuerzo, controlando una conducta impulsiva diariamente. ¿Qué podemos hacer cuando el niño se proponga llamar la atención portándose mal? Existen dos estrategias que deben ir juntas:

  1. Retirar la atención de la conducta del niño:
  • Dejar de responderle, de mirarle, de dirigirse a él hasta que abandone la conducta negativa.
  • Salir de la habitación donde está el niño e ignorarlo hasta que abandone la conducta negativa.
  • Sacar al niño del lugar donde está el adulto y enviarlo a un lugar aislado, e irle a buscar cuando abandone la conducta negativa.

2. Reforzar la primera conducta positiva que realice el niño inmediatamente después de que deje la conducta negativa.

¿Cómo lo hacemos?

  1. Para retirar la atención: ignorar la conducta.
  • Evitar mantener contacto ocular con el niño o hacerle algún tipo de señal no verbal.
  • No mantener ningún contacto verbal con él, no decirle nada.
  • No mantener ningún contacto físico.
  • Comenzar a ignorar al niño tan pronto como la conducta comienza y dejar de hacerlo cuando la conducta negativa termine.
  • Tener presente que al principio aumentará la frecuencia de la conducta negativa y se agravará la misma.
  • Tener paciencia, pues es un proceso lento.
  • Mantener la retirada de atención de forma constante hasta que desaparezca la conducta.
  • Debemos tener en cuenta que este procedimiento no se debe emplear en casos de niños cuyas conductas puedan suponer un daño para ellos mismos.

Recomendaciones

Aislamiento:
  • El lugar al que se traslade el niño no debe ser amenazante, pero sí aislado y aburrido.
  • El traslado debe hacerse inmediatamente después de que ocurra la conducta inadecuada.
  • Conviene explicar de forma clara las condiciones del aislamiento.
  • No se debe descutir ni razonar con el niño durante el tiempo de aislamiento.
  • Si sale sin permiso del lugar en el que se encuentra, se le debe remitir firme e inmediatamente de nuevo al mismo, con calma.
  • La duración del tiempo fuera debe ser relativamente breve.
  • Una vez terminado el tiempo de aislamiento, el niño volverá a su actividad normal.
  • No se debe aplicar el aislamiento de reforzamiento cuando con él el niño consigue evitar una situación aversiva, cuando prefiere el primero a la segunda.
  • Es imprescindible combinar este procedimiento con el refuerzo de la conducta alternativa.

2. Para reforzar conductas positivas y contrarias a las no deseadas: reforzar de forma sistemática todas aquellas conductas positivas contrarias a aquella que se quiere eliminar.

  • Conviene reforzar más de una conducta alternativa a la que queremos eliminar.
  • Es preciso seleccionar para ello estímulos reforzadores adecuados al niño.
  • Se debe suprimir totalmente el rebosamiento de la conducta inadecuada.
  • Si no existen conductas alternativas, debemos crearlas paso a paso.

Como conclusión, podemos decir que los niños ahora viven en una época de gran consumismo pero de escasa dedicación y poca paciencia por parte de los padres. Quizá ciertas renuncias a las presiones sociales actuales nos darían un impulso para un nuevo replanteamiento de la vida, y los niños escucharían nuestras orientaciones, descubriendo la importancia de la coherencia y de la calma para educar.



Libros recomendados:

  1. ALCALDE, S. (1994): Veinte errores de los padres de hoy. Editorial Huerga-Fierro. Madrid.
  2. DÍAZ ARNAL, I. (1996): Niños conflictivos. Ed. Escuela Española. Madrid.
  3. GONZÁLEZ, J.FCO. (1998): Ser padres hoy. Edimat. Madrid.
  4. PEINE, H.A. Y HOWARTH, R. (1990): Padres e hijos, problemas cotidianos de conducta. Siglo XXI. Madrid.

Fuente: Revista "Maestra Infantil"

martes, 4 de noviembre de 2008

¿Qué significa disciplina en la educación actual? (Primera parte)



Desde hace algunos es muy comentado el tema de la disciplina de los niños y, a veces, se suele hablar de ella como algo negativo.En esta entrada vamos a ver qué es la disciplina, cómo aplicarla y los distintos tipos de castigos.

Las normas y las reglas deben aparecer de modo natural desde el principio en el seno familiar, eso organiza tanto a los padres como a los hijos, armoniza la convivencia, el crecimiento, y potencia la educación en la familia, también fuera de ella. Al establecer los límites, tendremos en cuenta los intereses de los padres frente a los hijos y de los hijos frente a los padres.
Actualmente estamos ante una cultura de cierta protección, a veces demasiado elevada, y también de culto al niño. Tememos que se traumatizará ante cualquier motivo, y le damos satisfacciones muchas veces no muy adecuadas. La transigencia es una de las características más frecuentes de los padres y a veces de los educadores. Por no crear problemas o no disgustar al niño, vamos cediendo, la siguiente vez resulta más difícil mantenernos firmes y después ni nos planteamos el problema. Esporádicamente tratamos de reaccionar cayendo en el extremismo para volver más tarde al abandono.
La desobediencia mide las dimensiones de la personalidad del niño, ahora en formación, y las exigencias de su espacio vital. Nos indica qué debemos impartir para equilibrar las tendencias y la adaptación al medio. La desobediencia general extendida al círculo de la familia, al de la escuela y a todas partes muestra trastornos de carácter; la desobediencia parcial manifesta una personalidad que se defiende. El niño desobediente no acepta prohibiciones sin motivación, hace como si no hubiera entendedo, muestra que él toma la contrapartida de la orden recibida para hacer entender que está decidido a mandar. A veces no quiere pedir perdón ante su acción, pues sabe que ha obrado mal, pero está bastante humillado y no quiere aceptar que se le humille más. Si le pedimos comentar su acto, comprenderemos que él es el primero en no aprobarlo.
Algunas normas que podemos seguir para hacernos obedecer son las siguientes:
  • Ser parcos en el ejercicio de la autoridad (observaremos a los niños, les corregiremos poco y disimularemos mucho).
  • Poner ciertos límites a los niños en sus costumbres, estudios y tiempo de ocio.
  • Intervenir en la vida de los niños ganando grandes guerras, no librando pequeñas batallas.
  • Dar importancia a lo importante.
  • Despertar el interés por los nuevos conocimientos.
  • No transigir en el cariño hacia sus padres, hermanos, profesores y amigos.
  • Fomentar la fuerza de voluntad del niño para el desarrollo de sus tareas.
  • No transigir con una actitud desordenada del niño hacia sus cosas, ya que la existencia de orden en sus libros, juguetes y pertenencias, en general, fomenta la consecución de un orden en su ámbito interno.
  • Nuestras órdenes no serán el producto de un capricho ni de un impulso.
  • Las órdenes e instrucciones deben ser claras, concisas y no repetitivas, evitando elevar excesivamente la voz. Haciendo lo contrario no conseguiremos fomentar nuestra autoridad.

Una de las estrategias que utilizamos los adultos para evitar la desobediencia de los niños es el castigo. Pero un uso excesivo del castigo consigue una adaptación pasiva del niño impidiendo su desarrollo con autonomía. Si el niño sólo actúa por el sentido del deber, se agotará y no encontrará satisfechos sus deseos y aficiones.


Hay varios tipos de castigo:

  • Castigo físico: En el pensamiento actual está ampliamente desacreditado, y la educación se opone a su uso. Razones en contra del uso frecuente del castigo son que alivia los sentimientos de culpa de quien lo recibe e insensibiliza al niño. El peligro del castigo físico está en la frecuencia. Enseñar al niño en qué momentos y circunstancias el adulto pierde la calma es una buena medida para evitar que suceda. Sin embargo, no hay razón para sentirnos culpables por un pequeño cachete pero debemos evitar que sea en público para que el niño no se sienta humillado. También debemos ser coherentes y no mimar al niño a continuación. Pasado un rato le explicaremos por qué lo hemos hecho.
  • Castigo verbal: La riña es una de las formas más usuales para dirigirse al niño. Con ella se muestra el enojo por su conducta. Otra manera de enfrentarse a los problemas es hacer uso de la censura, referida a aspectos parciales de la conducta del niño y que tengan relación con aquello que tenemos que volver a considerar. Mediante la censura se busca el disgusto personal, pero es muy importante que despierte sentimientos moderados de culpa.
  • Retirada del afecto: El "no te quiero" puede plantear problemas para el niño menor de 5 a 6 años si se usa con frecuencia. A edades tempranas se asocia con facilidad al rechazo con el miedo de ser abandonado. Se activa la angustia de separación. El niño debe saber que el cariño de sus padres es incondicional.
  • Castigo relacionado con la falta: Siempre que sea posible, es buen criterio el de establecer relación entre castigo y falta.

A continuación os incluyo un vídeo interesante sobre las técnicas de modificación de conducta y sobre los castigos:



Por último os pongo unos enlaces para amplicar información:

http://www.guiainfantil.com/educacion/comportamiento/limites.htm

http://actagainstviolence.apa.org/spanish/3c.pdf

http://www.pulevasalud.es/ps/subcategoria.jsp?ID_CATEGORIA=103943&RUTA=1-3-69-102031-103943



Libros recomendados:

  1. VALLET MAITE (2007): Educar a niños y niñas de 0 a 6 años.WK Educación
  2. DEFRANCE B., MANZANO P. (2005): Disciplina en la escuela.Ediciones Morata

Fuente: Revista "Maestra Infantil"

lunes, 3 de noviembre de 2008

La Navidad: fiesta familiar para niñas y niños de Educación Infantil



Como la Navidad está a la vuelta de la esquina, he decidido tratar este tema para que padres y maestros vayáis preparando a los niños para esa fiesta.


La Navidad es la fiesta para estar con la familia y es un tiempo de alegría simbolizada por el nacimiento del Niño Jesús. Para los niños, la Navidad es la "fiesta de la paciencia", pues empiezan a darse cuenta de los preparativos, de los cambios en la decoración y de todas las emociones que vuelven cada año...se introducen intensamente en la magia de cada momento y van disfrutando despcito de lo que va ocurriendo.

Esa agitación que producen los adornos nuevos de la casa y de la calle es lo que atrae a los más pequeños, pero también lo que más les ayudará a esperar con alegría que lleguen las fiestas. Para dosificar su nerviosismo podemos colgar cada día un adorno en el árbol, desde las ramitas más bajas hasta las más altas progresivamente, y también podemos colocar una figurita en el Belén o salir a ver las luces que decoran las calles.

Las navidades son las fiestas familiares preferidas por los niños, en las que participan en todos los actos y celebraciones preparando, ayudando y sintiéndose muy útiles. La unidad familiar se acentúa montando el Beleén o adornando el árbol, haciendo cada uno una cosa pero todos juntos, algo en desuso debido al ritmo de la sociedad actual. Los padres cuentan a sus hijos lo que los abuelos les contaron a ellos en esas fechas, son recuerdos que perduran a través de generaciones. Es el momento de ensalzar valores que se han perdido actualmente como la humildad y la tolerancia.

Al llegar estas fechas, si paseamos por las calles y observamos los escaparates de las tiendas, en ocasiones entraremos en conflicto con los pequeños. Los niños se quedan obnubilados ante tantos juguetes y desean que los Reyes Magos y Papá Noel les traigan todo lo que ven en cada momento. Esta actitud es común, por eso, antes de estas fechas, debemos ir poniendo límites y enseñándoles a queres las cosas de verdad y no por capricho. Pero...¿cómo lo hacemos?:

  • En el momento en que empiece el bombardeo publicitario podemos hacer comentarios como: "papá y mamá no pueden comprar todos esos juguetes porque son los que traen los Reyes, pero no pueden traer todo lo que pidas". Así comprenderán que no tendrán todo lo que quieran.

  • Podemos establecer con el niño un sistema de prioridades, comparando entre los diversos juguetes y eligiendo cuáles le gustan más. Así, los Reyes le traerán lo que más le guste.

  • Haremos comprender al niño que tendrá los juguetes que desea si sabe comportarse, nada de rabietas o pataleos. Esta actitud será fundamental para conseguir los juguetes que quiere, y por otra parte nunca serán todos.

  • Los padres contarán con la ayuda del entorno, decidirán qué les regalan y cuándo. Es importante hacer entender a otros miembros de la familia que no se pueden conceder todos los caprichos.

Aun así, si estos consejos no funcionan, podemos actuar frente a los escaparates navideños y las rabietas del niño de la siguiente forma:

  • Estamos delante de un escaparate y el niño empieza a llorar porque quiere todo. Es el momento de recordarle que esos juguetes sólo los traen los Reyes. Le diremos que los Reyes Magos le traerán los juguetes que ha pedido en la carta, y si se porta bien.

  • Sin embargo, la rabieta prosigue..., intentaremos cambiar de tiema diciéndole que, por ejemplo, mañana va a ir a jugar con sus amigos o que pronto llegarán las vacaciones de Navidad y podremos ver a muchos familiares...le cogeremos de la mano e intentaremos continuar el paseo.

  • No perderemos los estribos ni nos alteraremos, si esto ocurriera, el niño sabría que es el centro de nuestra atención. Es importante hacer el menos caso posible a la situación, no comentar contínuamente su comportamiento caprichosos ni comprar el juguete que quiere en ese momento. Si superamos estos momentos con éxito y sin perder nuestro control, no reforzaremos este tipo de conductas.

Para terminar, os pongo unos enlaces con cuentos de Navidad y otras actividades que podeis realizar con vuestros niños y niñas:

http://www.guiainfantil.com/navidad/Cuentos/indice.htm

http://www.guiainfantil.com/navidad/navidad.htm

Fuente: Revista "Maestra Infantil"

domingo, 2 de noviembre de 2008

¿Por qué los pequeños también se deprimen?

Muy pocas personas saben que niñas y niños pueden tener depresión. Se suele suponer que los más pequeños no tienen ningún motivo para padecerla, pero aunque a los adultos nos resulte difícil aceptarlo, están llenos de preocupaciones, incluso más que nosotros, pues tienen problemas reales e imaginarios. No son capaces de expliccarse racionalmente los hechos y esto genera sentimientos de inseguridad y emociones negativas. Cerca de un 2 por 100 de los niños pueden sufrir depresión alguna vez, aunque un gran porcentaje pueden mostrar algunos síntomas. En la adolescencia puede esperarse un alto porcentaje de depresión por los factores estresantes que se atienden en este rango de edad.

¿Cómo podemos saber si un niño atraviesa una fase depresiva? A veces observamos en el niño un estado de depresión o de languidez. Su salud es perfecta per pasa de una ligera excitación a cierta tristeza. El niño se muestra triste, pierde el gusto por realizar sus actividades cotidianas, se encuentra cansado, le cuesta conciliar el sueño y concentrarse en las tareas del colegio. Como este tipo de depresión es emotiva, debemos tratar al pequeño con tacto, dulzura, piedad, afecto sin debilidad, firmeza sin estrépito...Debemos demostrarle que no está solo.

La depresión infantil es un trastorno emocional estable que trae consigo un cambio persistente en la conducta del niño y que le impide disfrutar de los placeres cotidianos. Los síntomas son de varios tipos:
  • Emocionales: Tristeza, apatía, ausencia de interés, irritabilidad, ansiedad, agitación, llanto frecuente.
  • Motores: Lentitud, hiperactividad, inexpresividad.
  • Cognitivos: Desesperanza, sentimiento de culpa, baja autoestima.
  • Sociales: Retraimiento.
  • Conductuales: Rabietas, indisciplina (no acepta prohibiciones, hace como si no hubiera entendido, intenta mandar), quejas.
  • Psicosomáticos: Enuresis (paso involuntario de orina durante la noche, en ausencia de lesiones que justifiquen tal descontrol), dolores, pesadillas, cambios de sueño (insomnio por la noche y, a veces, hipersomnia por el día) y de apetito (pérdida o caso opuesto), fatiga.

Alrededor de los tres años son más comunes la enuresis y los problemsa psicosomáticos. A partir de los seis años son característicos los problemas de conducta.

Para diagnosticar depresión en un niño es necesario que los síntomas impidan su funcionamiento normal. La pérdida de autoestima puede ser un desencadenante principal de la depresión. Un niño con baja autoestima desprecia sus aptitudes, tiene miedo a relacionarse, pues siente que no será aceptado, no tiene iniciativas y necesita la guía de otros, tiene miedo a asumir nuevos retos, tiene miedo a asumir responsabilidades, es dependiente de aquellas personas que considera superiores y se deja influir, tiene poca tolancia a la frustración, se pone a la defensiva fácilmente y muestra estrechez de emociones y sentimientos. Hay otras causas: la falta de alabanzas o gratificaciones por parte de los padres, una relación inadecuada del niño con la madre durante el primer año de vida, unos padres depresivos, un sentimiento de fracaso continuado ante la solución de prolemas, pérdida de uno de los padres, separación matrimonial o abandono, historia familiar de enfermedad o suicidio.

Pueden prevenir la depresión infantil:

  • Una familia cariñosa con normas claras y flexibles, y con una buena comunicación entre sus miembros.
  • Controlar la depresión postparto materna (sentimiento de desesperanza y tristeza poco después de dar a luz debido al descenso de los niveles hormonales, a la nueva responsabilidad de cuidar de un bebé y la fatiga tras el parto), ya que la madre es el modelo fundamental en el terreno emocional en los primeros años de vida. No todas las madres la padecen, ni todas la sufren con la misma intensidad y duración.
  • Fomentar la autoaceptación y atender a los progresos de los niños para conseguir una buena autoestima.
  • No tener demasiadas ni pocas expectativas para con ellos.
  • Crear oportunidades para que el niño juegue, pues es una actividad que le resulta grata y lo hace feliz.

Es importante, en un primer momento, saber diferenciar la depresión de la carencia de habilidades sociales, pues, aunque están relacionadas, son muy diferentes. La depresión, en el caso de los niños, está reforzada desde el primer momento. Al comenzar el tratamiento terapéutico, el niño mejora, empieza a sentirse mejor (hay pediatras que piensan que no se deben administrar fármacos, aunque algunos psicólogos lo creen conveniente). En el tratamiento seguiremos los siguientes pasos:

  • Evaluación exhaustiva de la realidad del niño, qué situaciones le producen miedo, la intensidad de esas situaciones de miedo, si recibe castigos, a qué niveles de exigencia está sometido, cómo son sus relaciones afectivas con la familia, cómo se desenvuelve en el colegio con sus compañeros...
  • Evaluación de las conductas adecuadas, para reforzarlas, bien en el ámbito familiar, bien en el colegio con sus compañeros o en la propia personalidad del niño.
  • Entrenamiento en habilidades sociales: asertividad, comunicación y todo aquello que capacite para la competencia social y para poder afrontar los conflictos.

Es importante iniciar un seguimiento de las conductas del niño (realizado por los padres), tener en cuenta las ides irracionales, cómo percibe los hechos negativos y su habilidad para hacer frente a los problemas cotidianos. El niño empezará a sentirse mejor si aumentan los hechos positivos y los reconoce en los distintos ambientes en los que se desenvuelve.

Por último, os pongo unos enlaces y un vídeo para ampliar la información sobre este tema:

http://http://www.guiainfantil.com/salud/cuidadosespeciales/depresioninfantil.htm

http://www.psicologoinfantil.com/articulodepresion.htm





Libros recomendados:

  1. AGÜERA ORTIZ, L.: ¿Depresión?, Cien preguntas más frecuentes. Ed. Edinsa
  2. VILLAGRÁN,J.M. (1997): La depresión. Ed. Aguilar
  3. MÉNDEZ,F.X. (1998): El niño que no sonríe. Madrid. Ed. Pirámide. Colección Ojos Solares

Fuente: Revista "Maestra Infantil"

sábado, 1 de noviembre de 2008

La familia y uno más

Uno de los deseos más produndos que poseemos las personas es el de ser únicos, exclusivos, desde los primros años de vida exigimos amor incondicional de nuestros padres y madres. Los celos pueden poseer rasgos positivos y negativos; así, una cantidad justa de celos sería necesaria pero si los celos son permanentes, éstos tienden a desgastar la relación afectiva y aparecen los reproches hacia el ser querido. Los celos positivos se caracterizan por la retención de pensamientos básicamente positivos sobre el hermano o hermana, aun cuando se genere dolor. Los celos positivos raramente infligen daño profundo o permanente en alguno de los hermanos que se integran en la estructura familiar, ni en la relación fraternal; sin embargo, los celos negativos son una reacción destructiva que, de la nada, inventan pensamientos negativos e injustos sobre el hermano o hermana, que frecuentemente son bien disimulados pero destructivos para las emociones de ambos.
Cuando una persona está celosa, significa que se siente insegura o amenazada, y los celos constituyen una de las mayores causas de verdadero sufrimiento, por ello exigen para ellos solos todo el amor y las atenciones del ambiente que les rodea. La llegada de un hermano le facilita la sensación de creerse amenazado en sus derechos de propietario absoluto.
Desde el primer momento, los padres necesitan conocer este sufrimiento del niño como algo natural, para poder audarle a superarlo, permitiéndole que no oculte sus sentimientos, dejándole que se explique, sin miedos, para evitar resentimientos y temores más peligrosos después. Los padres deben actuar tranquilos y decirle al niño o niña que no se preocupe, pues tiene un lugar seguro en su corazón, que puede confiar en ellos y que es único, distinto de su hermano o hermana. Si lo hacen de este modo, lo ayudarán a reequilibrar su ansiedad y su desconfianza en tiempo breve. Los sentimientos del niño, expresados con claridad, nos aportan pistas concretas para acogerlo, ser tolerantes con él y tener en cuenta que podrá tener regresiones pasajeras que desaparecerán cuando se normalice la situación familiar.
Sin embargo, en otras ocasiones, estas adaptaciones y normalizaciones fracasan y los celos pueden mantenerse o manifestarse de manera patológica, casi obsesiva, apoderándose de los pensamientos del niño durante mucho tiempo del día, lo que le causará estrés y comportamientos que pueden resultarnos sorprendentes y poco habituales en él. El niño puede:

  • Realizar actuaciones agresivas hacia el bebé.
  • Dirigir su hostilidad contra la madre. Son los casos de niños que no quieren comer, desobedecen, mojan la cama otra vez y se oponen a lo que la madre les pide, pues la culpan de que haya venido otro niño.
  • Dirigir su hostilidad hacia sí mismos. Presentan retraimiento, apatía, dejan de participar en la vidia familiar.
  • Tener rabietas muy temperamentales.
  • Falta de interés o indiferencia ante cualquier cosa.
  • Intentar desplazar al hermanito o hermanita, atrayendo contínuamente la atención de sus padres.
  • Regresar a conductas infantiles ya superadas. Son los casos de niños que quieren tomar otra vez el biberón, usar el chupete, hablar utilizando una jerga infantil, mantener la luz de la habitación encendida, dormir con sus padres, tienen pesadillas, no quieren ir al colegio por temor a separarse de los padres...
  • Manifestar la tensión en síntomas físicos: malestar, dolor de estómago o de cabeza, vómitos...

Para evitar todas estas manifestaciones, los padres deben intervenir desde el embarazo. La primera medida de prevención es no dar por supuesto que el niño o niña va a tener una reacción negativa. Las explicacionees que demos al niño sobre la llegada del hermano, estarán adpatadas a su edad. La etapa más conveniente será a partir del segundo trimestre del embarazo, cuando ya el estado de gestación es evidente y serán los padres quienes, de forma veraz, breve y natural, se lo comuniquen. No diremos si es niño o niña para evitar frustraciones posteriores, pero si visitaremos a otras familias con bebés para promover la familiarización con niños más pequeños. Le haremos compartir sin exageración las pataditas del bebé o que escuche su latido y prepararemos con él la habitación de su nuevo hermano. Evitaremos, en la medida de lo posible, los grandes cambios y mantendremos las pequeñas rutinas que son familiares para el mayor.

El primer contacto con el bebé partirá de la cuna, mejor que el niño vea al bebé en la cuna que en brazos de su madre. Le permitiremos visitar a la mamá todos los días y evitaremos la preocupación del propio niño por la salud de su madre.

Una vez en casa, se restablecerá el equilibrio en la unidad familiar. Daremos papeles nuevos, nueva organización, prestando especial atención al hermano o hermana mayor. Trataremos a cada niño de manera individualizada ignorando llamadas de atención. También se puede "jugar a los bebés" para permitir dentro de una situación de juego que el mayor se comporte como le gustaría. Tras el juego, el comportamiento que se le aplaudirá es el propio de su edad.


Por último, os dejo algunos enlaces relacionados con el tema de los celos infantiles:

http://http://www.guiainfantil.com/educacion/celos/correccion.htm

http://http://www.educacioninfantil.com/displayarticle157.html

Libros recomendados:

  1. ORTIGOSA,M. (1999): El niño celoso. Madrid. Editorial Pirámide

  2. POLAINO LORENTE, A. (1991): Hijos celosos. Barcelona. Editorial CEAC

  3. SAMALÍN, N (1998): Querer a todos por igual. Barcelona. Editorial Médici

  4. LANIADO, N (2006): Niños celosos. Barcelona. Ediciones Médici

Fuente: Revista "Maestra Infantil"