- Realizar actuaciones agresivas hacia el bebé.
- Dirigir su hostilidad contra la madre. Son los casos de niños que no quieren comer, desobedecen, mojan la cama otra vez y se oponen a lo que la madre les pide, pues la culpan de que haya venido otro niño.
- Dirigir su hostilidad hacia sí mismos. Presentan retraimiento, apatía, dejan de participar en la vidia familiar.
- Tener rabietas muy temperamentales.
- Falta de interés o indiferencia ante cualquier cosa.
- Intentar desplazar al hermanito o hermanita, atrayendo contínuamente la atención de sus padres.
- Regresar a conductas infantiles ya superadas. Son los casos de niños que quieren tomar otra vez el biberón, usar el chupete, hablar utilizando una jerga infantil, mantener la luz de la habitación encendida, dormir con sus padres, tienen pesadillas, no quieren ir al colegio por temor a separarse de los padres...
- Manifestar la tensión en síntomas físicos: malestar, dolor de estómago o de cabeza, vómitos...
Para evitar todas estas manifestaciones, los padres deben intervenir desde el embarazo. La primera medida de prevención es no dar por supuesto que el niño o niña va a tener una reacción negativa. Las explicacionees que demos al niño sobre la llegada del hermano, estarán adpatadas a su edad. La etapa más conveniente será a partir del segundo trimestre del embarazo, cuando ya el estado de gestación es evidente y serán los padres quienes, de forma veraz, breve y natural, se lo comuniquen. No diremos si es niño o niña para evitar frustraciones posteriores, pero si visitaremos a otras familias con bebés para promover la familiarización con niños más pequeños. Le haremos compartir sin exageración las pataditas del bebé o que escuche su latido y prepararemos con él la habitación de su nuevo hermano. Evitaremos, en la medida de lo posible, los grandes cambios y mantendremos las pequeñas rutinas que son familiares para el mayor.
El primer contacto con el bebé partirá de la cuna, mejor que el niño vea al bebé en la cuna que en brazos de su madre. Le permitiremos visitar a la mamá todos los días y evitaremos la preocupación del propio niño por la salud de su madre.
Una vez en casa, se restablecerá el equilibrio en la unidad familiar. Daremos papeles nuevos, nueva organización, prestando especial atención al hermano o hermana mayor. Trataremos a cada niño de manera individualizada ignorando llamadas de atención. También se puede "jugar a los bebés" para permitir dentro de una situación de juego que el mayor se comporte como le gustaría. Tras el juego, el comportamiento que se le aplaudirá es el propio de su edad.
Por último, os dejo algunos enlaces relacionados con el tema de los celos infantiles:
http://http://www.guiainfantil.com/educacion/celos/correccion.htm
http://http://www.educacioninfantil.com/displayarticle157.html
Libros recomendados:
- ORTIGOSA,M. (1999): El niño celoso. Madrid. Editorial Pirámide
- POLAINO LORENTE, A. (1991): Hijos celosos. Barcelona. Editorial CEAC
- SAMALÍN, N (1998): Querer a todos por igual. Barcelona. Editorial Médici
- LANIADO, N (2006): Niños celosos. Barcelona. Ediciones Médici
Fuente: Revista "Maestra Infantil"
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